Tres ciudades destacaban en la antigüedad: Roma, Alejandría y Leptis Magna. A Leptis Magna se la conocía como la Roma de África. Fundada por los fenicios el emperador Septimio Severo era originario de la misma y, como era costumbre de los emperadores romanos, la favoreció especialmente. Actualmente está declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad y es sin duda alguna la joya del viaje a Libia.
Cuando paseas entre sus restos arqueológicos eres consciente de la grandeza del Imperio Romano y de cuya cultura somos herederos directos.
Lo primero que se ve al llegar es el Arco de Septimio Severo, llamado “el africano”, reconstruido pero de una belleza insultante.
A continuación, pasando por la Palestra, se llegar a las Termas de Adriano, perfectamente conservadas y donde aún se pueden oír los gritos de placer y diversión de sus gentes practicando su afición favorita.
Enfilamos la Vía de las Columnas y a la derecha se encuentra el Ninfeo, construcción de una gran suntuosidad.
Ahora entramos en el inmenso Foro Severiano.
Después de atravesar el foro llagamos a una de las visitas culminantes de la ciudad, la Basílica de los Severos, edifico singular donde se impartía justicia, se halla en un inmejorable estado de conservación y el paseo entre sus piedras es una vivencia difícil de explicar, hay que experimentarla. En este momento sientes toda la grandeza de Roma y te sientes orgulloso de pertenecer a su estirpe.
Ahora toca visitar el Foro Viejo y en él los Templos de Liber Pater y de Roma y Augusto, para finalizar con la Curia. Dejamos atrás la parte administrativa de la ciudad para dirigirnos a su Macellum, el mercado.
Pasamos por medio de calles en perfecto estado de conservación y atravesando los Arcos de Tiberio y de Trajano llegamos al espectacular Teatro. No hay que perderse desde lo más alto de la summa cavea una maravillosa vista del mar y de la scenae.
En fin, con la visita a su anegado puerto y su Anfiteatro, vamos finalizando la visita con una sensación agridulce de tristeza y alegría: tristeza por que ignoramos si algún día volveremos a pisar estas piedras milenarias y al mismo tiempo alegría por haber tenido el privilegio de haber contemplado esta maravilla de la creación humana.
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