En la página www.mediterraneoantiguo.com del día 22 de abril de 2012 se ha publicado este interesante reportaje firmado por Mario Agudo Villanueva que por su interés reproducimos en este blog:
El 9 de octubre de 2010 se producía una revuelta en el campamento saharaui de El Aiun,
que fue respondida de manera contundente y sangrienta por las
autoridades marroquíes. A priori parecía un conflicto local, como los
muchos surgidos en esa inestable zona del Norte de África. Sin embargo,
algunos analistas internacionales lo consideran el comienzo de un
movimiento que ha agitado los cimientos del mundo árabe, provocando el
derrocamiento de Ben Alí, en Túnez; Hosni Mubarak, en Egipto; Muamar el Gadafi, en Libia y Alí Abdullah Saleh, en Yemen. La sacudida, que ha sido bautizada como Primavera Árabe,
todavía persiste, manifestándose de una manera cruenta en Siria, donde,
como en el caso libio, la revuelta se ha transformado en una guerra
entre opositores y régimen de Bashar Al Assad.
No son buenos tiempos para el Mediterráneo, acuciado por la crisis
económica en su vertiente norte y por la violencia al sur y al este.
Huelga decir que no hay nada más lamentable que las vidas humanas que
estos conflictos se han llevado por delante, pero hay otra consecuencia
más: los daños sufridos por el rico patrimonio cultural de estos países.
El vacío de poder propicia un escenario idóneo para la acción de
saqueadores espontáneos o bandas organizadas de expoliadores, mientras
que los disturbios y las operaciones militares suponen un riesgo para la
integridad de los principales monumentos. Todo ello se une a la
confusión y a la falta de información que rodea siempre a las revueltas y
enfrentamientos armados, lo que provoca una gran incertidumbre en la
Comunidad Internacional entorno a la conservación de la riqueza
patrimonial del escenario del conflicto. No en vano, en nuestro recuerdo
está la destrucción de los budas de Bamiyán (Afganistán, 2001) y el saqueo del Museo de Bagdad (Irak, 2003).
Mediterráneo
Antiguo ha querido hacer un retraso sobre la situación actual de
yacimientos arqueológicos, monumentos y museos de los cuatro puntos
principales de inestabilidad de nuestro entorno: Túnez, Libia, Egipto y
Siria. Para ello, hemos tratado de acudir a voces autorizadas, bien los
protagonistas de las misiones internacionales que han valorado los
daños, bien de contactos directos en la zona.
Túnez y Egipto: el comienzo de la amenaza
El 17 de diciembre de 2010 se produce un levantamiento popular en Túnez que, en apenas un mes, acaba con el Presidente Ben Alí.
Pese a la represión de los primeros días, el apoyo del ejército a la
población hace que la revolución prospere. La rapidez con la que se
desencadenó el cambio impidió que se produjera un vacío de poder muy
duradero, lo que se tradujo en saqueos y disturbios por todo el país sin
consecuencias graves para el patrimonio, a pesar de los rumores de
expolio y destrozos en algunas zonas, como el museo de mosaicos de el Djem.
Un
panorama diferente fue el que se produjo en Egipto. El 25 de enero
comenzó una revolución cuyo centro neurálgico se situó en la plaza de Tahrir
que, simbólicamente, significa "liberación". La gran cantidad de
personas que se congregó allí, unida a la dura represión del régimen de Mubarak, hicieron temer lo peor para la integridad del Museo de El Cairo,
donde se guarda la mayor colección de arte egipcio del mundo. Otros
lugares del país fueron fruto del expolio, como los almacenes de Sakkara, Sinaí, Alejandría o Luxor,
pero toda la comunidad internacional se estremeció cuando el viernes 28
de enero se divulgaron las imágenes de un incendio en las proximidades
del museo. El dr. Tarek El-Awady, el nuevo director, explica en una
entrevista concedida al egiptólogo Nacho Ares que el incendio "fue realmente
en el edifico del
Partido Nacional Democrático,
que está a tan solo 50 metros". Mientras esto ocurría, El-Awady señala
que "uno asaltantes trataron de acceder al museo, pero un cordón humano
lo impidió". Sin embargo, era tal el desorden y la nula presencia
policial que poco se pudo hacer par evitar que unos cuantos se colaran
al museo "a través de la escalera de incidendio del exterior del
edificio". Los ladrones acabaron entrando por el techo de la sala 36,
momento en el que el personal del museo decidió "apagar las luces para
dificultar sus movimientos", según narra El-Awady. En vista de que no
encontraban el oro que buscaban, los asaltantes se dedicaron a romper
piezas contra las vitrinas, rompiendo dos del tesoro de Tutankhamón.
Tras los destrozos, decidieron llevarse 54 piezas. El director del
museo explica que "después de hacer el inventario de objetos
desaparecidos, se hizo una lista y se publicó el día siguiente. La
policía y el ejército pudieron detener a tres criminales, devolviendo al
museo 12 objetos; más tarde volvieron a capturar a otros tres,
devolviendo 5 piezas. Finalmente se hicieron con otros ocho y dos
objetos más. Cuando se dio a conocer en las noticias que habían sido
condenados a 15 años de prisión y una multa de 60.000 euros, otro grupo
de saqueadores devolvió cuatro objetos más".
Un equipo de la UNESCO
se acercó al museo para estudiar lo ocurrido y evaluar los daños, según
su informe "las consecuencias fueron menores, pues solo afectaron
finalmente a 31 piezas de 160.000 que alberga el museo". El 95% de las
piezas que retornaron al museo estaban en perfecto estado, las más
dañadas fueron dos del ajuar del tesoro de Tutankhamón,
que según la Dra. Abd el-Haamed, directora del laboratorio de
restauración, "fueron las más importantes. Se destruyeron en muchas
piezas pequeñas que aparecieron después en diferentes lugares". Las
piezas dañadas, en especial la figura de Tutankhamón
sobre una barca de papiro y la figura del mismo faraón sobre una
pantera, ya lucen de nuevo en el museo totalmente restauradas. Las
autoridades egipcias sospechan que las 31 piezas en paradero desconocido
siguen en el país, pues los saqueadores no eran profesionales y se
habrán encontrado con dificultades para sacarlas al mercado. El-Awady
explica que "dos de ellos fueron detenidos cuando intentaban vender unas
piezas a unos turistas en Khan el-khalili". El Museo abrió sus puertas de nuevo el 20 de febrero, sin que sus recorridos habituales se vieran alterados.
En marzo de este año, el gobierno egipcio ha publicado una lista roja de
objetos culturales en riesgo. Se trata de un esfuerzo por parte de las
autoridades para poner de relieve ante la opinión pública internacional
las dificultades con las que se encuentran para salvaguardar su inmenso
patrimonio cultural. En este sentido, cabe destacar la ingente labor de
la World Wide Archaeology, que dirige Eman Hanafy Zidan, restauradora del Museo de El Cairo.
Libia: patrimonio prácticamente intacto
El 15 de febrero de 2011 se iniciaban las revueltas en Libia. El régimen de Muamar el Gadafi,
que inicialmente planteó unas ligeras mejoras económicas y sociales
para la población, acabó atacando a los opositores duramente, provocando
una cruenta guerra civil que finalizó en octubre con la muerte del
dictador. Durante el conflicto armado, las informaciones sobre la salud
del patrimonio libio eran muy confusas. Se llegó a decir que la OTAN había bombardeado la ciudad de Leptis Magna, utilizada como arsenal militar por el régimen. Afortunadamente no fue así. Una delegación de la Association of the National Committees of the Blue Shield (ANCBS) y del International Military Cultural Resources Working Group (IMCuRWG)
visitó el país en septiembre de 2011 para evaluar el estado de
conservación del Museo Nacional de Trípoli y de los yacimientos de Sabratha y Leptis Magna. Yoris Kila, de la Universidad de Amsterdam
y miembro del equipo del IMCuRWG, nos explica que "todo el equipo se
quedó impresionado por las extraordinarias medidas de conservación que
habían tomado los profesionales y arqueólogos libios para salvaguardar
su patrimonio, muchas veces ayudados por la población local". Kila nos detalla que "el Museo Nacional de Trípoli no sufrió ningún daño, así como tampoco la ciudad de Leptis Magna, a pesar de los intentos de control por parte de Gadafi". En el caso de Sabratha
sí se observaron algunos daños en algunos puntos del perímetro vallado,
debido a "impactos de armas ligeras y baterías antiaéreas, así como al
armamento pesado que allí se estableció". Las peores noticias, según Kila, proceden de Misurata,
uno de los lugares donde más se combatió, pues su museo "ha sido
seriamente dañado y todavía no sabemos si hay piezas desaparecidas". Lo
que sí parece seguro es que "no hay evidencias de la existencia de
bandas organizadas de saqueadores".
Siria: el patrimonio más amenazado
El 26 de enero de 2011 comenzaron a producirse movimientos sociales contra el presidente sirio, Bashar al-Assad. Éste, tras unas leves concesiones iniciales, acaba asediando sucesivamente las ciudades de Banias, Hama, Homs, Daraa, Talkalakh, Latakia, Al Midan y Duma,
dando lugar a un conflicto armado que todavía hoy persiste. El 15 de
marzo de este año veíamos unas escalofriantes imágenes del bombardeo de
las ruinas de Apamea (en el distrito de Hama),
que fueron publicadas por un grupo de arqueólogos que han trabajado en
Siria y que han creado una página de Facebook en la que van actualizando
el estado del patrimonio cultural del país árabe: www.facebook.com/Archeologie.syrienne?ref=pb.
A parte de Apamea, Homs
es uno de los focos más afectados. El antiguo zoco de la ciudad vieja
ha sido bombardeado e incendiado, la iglesia de Um al-Zennar ha sufrido
daños importantes y el museo parece haber sido saqueado. José María Blázquez,
catedrático de Historia Antigua de la Universidad Complutense de
Madrid, lamenta la suerte del museo “pues alberga una colección
magnífica de mosaicos romanos”. Por otro lado, una famosa estatuilla
localizada en Hama, desapareció en julio del museo de Damasco y ahora mismo es buscada por la Interpol.
El cercano castillo del Crac de los Caballeros,
una de las joyas de la época de las cruzadas, también se encuentra en
peligro. Otros lugares como Tell Ash’Ari (que formaba parte de la
antigua Decápolis), Tell Nebi Mend (lugar donde tuvo lugar la histórica batalla de Qadesh),
Tell Qarqur (en las laderas del Tell se han realizado varias
excavaciones dañando los registros arqueológicos para servir de abrigo
para carros de combate), Al-Bara (una de las ciudades muertas del Yebel
Riha), Jan Sheijun, los abrigos de Kafr Nubbel, Tell Azaz, Tell Rifa’at o
Qala’at al-Mudiq son otros lugares amenazados por la guerra. Incluso,
según AFP, Palmira podría haber sido atacada.
Rodrigo Martín, arqueólogo español al frente de la comunicación del grupo en defensa del patrimonio sirio amenazado, afirma a Mediterráneo Antiguo
que “es verdad que hay pillajes en museos y yacimientos, pero hay que
tener mucho cuidado para no hacer una amalgama informativa”. Según
Martín, “cuando hay confusión no nos queda otra opción que acudir a
datos contrastados y que proceden de fuentes seguras”. Las principales
amenazas para el patrimonio sirio son “por un lado, el ejército, que
está bombardeando y realizando operaciones que amenazan al patrimonio,
como por ejemplo la construcción de trincheras y arsenales en los Tells.
Por otro lado, grupos de saqueadores, más o menos organizados, que
aprovechan el vacío de poder en su beneficio”. En cuanto al origen de
los expoliadores, Martín señala que “no conocemos su origen, pero es
probable que surjan fruto de la desorganización y de gente que se
aprovecha”. Sobre las acciones que han realizado, nos comenta que “hemos
mandado un informe a la UNESCO y otro a Euromed Heritage,
que ha sido publicado recientemente”. Con respecto al papel del
gobierno sirio, Martín señala que “no se puede decir que esté haciendo
un uso propagandístico del patrimonio, simplemente que está haciendo
dejadez de su conservación”.
La directora General de la UNESCO, Irina Bokova,
a través de un comunicado oficial lanzado el pasado 30 de marzo,
declaró que "a raíz de una serie de informaciones según las cuales el
patrimonio
cultural de Siria está amenazado por la situación actual, deseo expresar
mi preocupación respecto a las posibles amenazas que pesan sobre
lugares de gran valor. Pido a las partes en conflicto que garanticen la
protección del patrimonio cultural excepcional que Siria alberga en su
territorio. Dañar el patrimonio de un país equivale a dañar el alma y la
identidad de un pueblo”.
Autor
Mario Agudo Villanueva